Una parte muy importante de cómo nuestros hijos pensarán y actuarán a lo largo de su vida tiene que ver con la manera en la que lo hacen en su infancia. Como padres, queremos que nuestros hijos crezcan emocionalmente sanos y con la autonomía suficiente para desarrollar su vida en plenitud y, si en la infancia no se siembran y arraigan las competencias personales y sociales que generarán sus emociones, es muy difícil que aparezcan después de modo espontáneo.
Las personas nacemos programadas para muchas cosas, pero construimos nuestro propio cerebro y carácter a diario por la influencia del aprendizaje, por lo que es la infancia el momento necesario para formar el autoconocimiento y la comunicación. Además, con la empatía entendemos lo que nuestros pequeños nos quieren decir y construimos el proceso de comunicación entre padres e hijos, con la mejor dinámica: ‘yo gano-tú ganas’.
El objetivo de los padres es ayudar a que ese bebé que acaba de nacer construya una personalidad con los recursos intelectuales, afectivos, ejecutivos y morales necesarios para la gran tarea creadora que es su proyecto de personalidad y de vida.
‘Dar ejemplo no es la principal manera de influir sobre los demás, es la única’. Albert Einstein
Gabinete psicopedagógico La Aurora